Si hay sobrepeso hay que regularlo. Esto se logra con una alimentación equilibrada y completa.
El lugar más importante del plato lo deben ocupar la fruta y verdura fresca, además de productos integrales con fibra y legumbres. La fibra de la avena, la cebada y las semillas de lino reducen especialmente bien los niveles de c-LDL.
No se deben consumir muchos productos procesados por su alto contenido calórico, ya que a menudo contienen ácidos grasos trans.
Una vida activa tiene resultados positivos. Pero también la disminución del estrés y la relajación ayudan a reducir el peso. En el caso de personas con un peso normal, nos centramos de forma más intensiva en la modificación de las grasas. Los ácidos grasos saturados no adecuados de origen vegetal o animal, deberán ser sustituidos por grasas vegetales con ácidos grasos insaturados sencillos y poliinsaturados. En la práctica esto significa: mejor escoger carne, embutido o quesos con poca grasa (30-40% de grasa). La ingesta de colesterol se regula por sí misma, puesto que los alimentos bajos en grasa presentan automáticamente menos colesterol.
En lo referente a los huevos, de acuerdo a las recomendaciones generales, nos atendremos a un máximo de 2-3 por semana. Además, el pescado debe formar parte de nuestra dieta. Pescados como el salmón, el arenque y la caballa son especialmente apropiados. También el aceite de lino o de cáñamo constituye una buena elección.